jueves, 23 de febrero de 2012

50 millones de trabajadores

50 millones de trabajadores
Ciro Murayama
La bruma que empaña nuestra discusión pública permitió que pasara desapercibido uno de los datos económicos y sociales más relevantes de la realidad mexicana actual: México superó los 50 millones de trabajadores en activo al cerrar 2011, tal como informó INEGI a partir de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.
Que contemos con 50 millones de trabajadores es, por un lado, una noticia magnífica para la economía mexicana. Como el trabajo es un factor productivo, nuestro potencial de crecimiento económico se encuentra en un máximo histórico: tenemos en abundancia capacidad humana para generar riqueza. Si acaso, una decena de países más en el mundo pueden tener la ventaja de disponer de tal cantidad de población en edad y disposición de trabajar. Además, en términos históricos, nuestros trabajadores están mejor capacitados, preparados y son más sanos que en toda etapa previa: la escolaridad promedio ha crecido, también el número de profesionistas y avanzan los indicadores básicos de salud. Por supuesto, hay problemas graves en la calidad del sistema educativo, pero al día de hoy hay más trabajadores preparados en diferentes campos y capacitados para hacer las más diversas tareas productivas que en cualquier otro momento.
50 millones son más que el volumen total de la población que tenía el país en 1970, y más de cuatro veces el tamaño de la oferta laboral de entonces.
De los 50.2 millones de personas que conforman la Población Económicamente Activa del país, 47.8 millones están ocupadas y 2.4 millones en el desempleo.
En la industria se emplea uno de cada cuatro mexicanos (23%); en las actividades primarias labora el 14 por ciento de la población (lo que refleja la ínfima productividad del campo, que concentrando tal porcentaje de trabajadores aporta apenas un 5% del PIB), mientras que en el sector servicios se ubican seis de cada diez trabajadores (62%).
En lo que toca a la posición en la ocupación, 65% (33 millones) son trabajadores subordinados, por lo que la enorme mayoría del empleo se sigue estructurando alrededor de relaciones laborales tradicionales entre patrón y empleado. Poco más de una quinta parte de los trabajadores es por cuenta propia (22%), y sólo el 4.7% son empleadores.
Acompañando la gran cifra de los 50 millones de mexicanos deseosos de contribuir productivamente a la economía, hay datos que revelan lo mal que se aprovecha tal oportunidad, pues la calidad del empleo es sumamente precaria. Del total de trabajadores, apenas un 30% está adscrito al Seguro Social. El 45% gana hasta tres salarios mínimos (menos de 180 pesos diarios). Uno de cada diez trabajadores (9%) no tiene ingresos y el 13% percibe menos de un salario mínimo. El 16% gana entre tres y cinco salarios mínimos. En el extremo superior, que puede considerarse de un ingreso adecuado, apenas se localiza al 8% que gana más de 5 salarios mínimos. Así, sólo uno de cada 12 trabajadores tiene una remuneración que supera los ocho mil setecientos pesos al mes.
Otro dato relevante es que el 27% de los trabajadores mexicanos labora más de 48 horas a la semana, lo que indica que más de una cuarta parte ha de extender la jornada hasta niveles que se consideran de sobretrabajo, extenuantes, porque el ingreso es muy bajo. Con esta calidad del empleo trabajar no implica, siquiera, escapar de la pobreza.
Si se aplica la metodología de la Organización Internacional del Trabajo, se podrá ver que la informalidad laboral no es de 14 millones, sino de 28.5 millones de trabajadores.
La fuerza de trabajo en México es multitudinaria, principalmente joven aún, más sana y educada que en el pasado. Esos 50 millones son las caras del llamado “bono demográfico”. Sin embargo, los bajos niveles de inversión productiva y el conjunto de políticas que favorecen el magro crecimiento económico están dando lugar a que esa disposición única de capital humano esté siendo dilapidada. Puro desperdicio de la mayor riqueza humana que hayamos conseguido tener.

viernes, 4 de junio de 2010

El Mundial según los modelos matemáticos. 4-VI-2010

El Mundial, según los modelos matemáticos
Ciro Murayama | Opinión
Viernes 4 de Junio, 2010

El célebre Diccionario del español actual de Seco, Andrés y Ramos define a la estadística como la “ciencia relativa a la reunión, clasificación e interpretación de datos numéricos y su aplicación al cálculo de probabilidades o al estudio de las leyes que rigen determinados fenómenos”. Así las cosas, entre las infinitas aplicaciones que tiene la estadística, también sirve para clasificar el desempeño deportivo en los más diferentes tipos de competencia y, también, para calcular probabilidades de triunfo de los contendientes con base en las observaciones acumuladas. Por supuesto, la estadística puede ser bien o mal aplicada, y hay que considerar que nos habla de comportamientos y tendencias pero no es necesariamente una esfera para leer el futuro: la estadística mide probabilidades mas no construye certezas absolutas sobre eventos por venir en los que influyen múltiples variables aleatorias, no controladas, como es lo que ocurre sobre un terreno de juego durante noventa minutos donde juegan once contra once jugadores.

Con base en observaciones estadísticas, esto es, a partir de la recopilación de un conjunto de datos y de su análisis, diferentes firmas económicas, así como publicaciones deportivas y grupos de aficionados, han hecho diferentes estimaciones sobre quién puede ganar el Mundial de futbol Sudáfrica 2010. En algunos casos, las proyecciones surgen de tomar en cuenta la opinión mayoritaria de la gente: responden sólo a las apuestas; en otros, en cambio, se incorpora y se pondera un conjunto de variables a partir del cual se estiman las probabilidades de triunfo o derrota de los distintos equipos. Eso han hecho las firmas consultoras Goldam Sachs, UBS y JP Morgan. Las dos primeras dan por ganador a Brasil, la tercera a Inglaterra. Veamos de dónde viene la diferencia en la predicción.

Goldman Sachs considera tres variables para hacer su modelo. En primer lugar toma el ranking de la FIFA que es, a su vez, fruto de un modelo matemático de interpretación de resultados, con las siguientes variables: a) si se ganó, empató o perdió —también toma en cuenta si se llegó a tiros penales— un encuentro entre selecciones; b) el tipo de partido disputado por la selección —oficial y en qué torneo, o si fue amistoso—; c) la calidad del rival y, d) la calidad de la confederación a la que se pertenece. Ese ranking, al 26 de mayo, era encabezado por Brasil, España y Portugal; México aparece en el lugar 17. Luego, Goldman Sachs toma en cuenta los momios de distintas casas apostadoras y, finalmente, pasa a cada selección por el cernidor de los rivales a los que enfrentará en Sudáfrica. Los primeros lugares en el modelo de GS son: Brasil, España, Alemania, Inglaterra y Argentina.

La firma UBS, por su parte, toma en consideración sobre todo el peso de la historia, introduciendo además variables referidas a la importancia de ser un equipo sede y el desempeño en los últimos tres meses. De esta forma, estima que los equipos con mayor probabilidad de ganar la Copa del Mundo 2010 son Brasil, Alemania, Italia, Holanda y Francia.

JP Morgan es la firma que hace el modelo más complicado, y la que obtiene un ganador que desentona con el grueso de las predicciones. JP Morgan toma en cuenta el ranking de la FIFA, y a esa tabla le añade los resultados obtenidos por las selecciones en los últimos cuatro años. Adicionalmente, la firma estima cambios en la probabilidad de ganar de los equipos en los últimos 12 meses. Otra variable es el desempeño de los equipos en los mundiales previos en los que han participado, y una más es el “sentimiento del mercado”, que no es sino incluir las probabilidades que cinco casas de apuestas dan a cada equipo. Posteriormente, JP Morgan pondera cada una de las variables consideradas y obtiene un modelo donde los primeros lugares del Mundial 2010 serían: Brasil, España, Inglaterra y Holanda. Pero ahí no acaba la historia: la firma aplica un filtro final donde crea una “métrica de la tanda de tiros penales” donde Inglaterra resulta muy favorecida (estiman cuántos penaltis ha marcado y parado cada equipo en su historia de tandas). Así, según JP Morgan, Brasil sería eliminado en cuartos de final por Holanda en tiros penales; Inglaterra derrotaría en las semifinales a Holanda también en penaltis y, la final, también decidida en tiros desde los once metros, la ganarían los británicos contra los españoles.

En las escuelas de economía se suele decir con sorna que la econometría es la técnica de torturar a los números hasta que confiesen lo que uno quiere escuchar. El modelo matemático de JP Morgan confirma que ese chiste estudiantil puede describir bien el trabajo de algunas firmas internacionales de consultoría financiera.

Por cierto, Goldman Sachs prevé que México quedará en el lugar 11; UBS calcula que el tricolor será eliminado en el cuarto partido, y JP Morgan predice que nuestra selección ganará a Sudáfrica en la inauguración, luego caerá ante Francia y derrotará a Uruguay para clasificar a la segunda ronda para, luego, ser eliminada por Argentina. Si a usted esas estimaciones no le gustan, bien puede decir que se trata de las firmas que no previeron la caída de la economía mundial hace apenas unos cuantos meses.

Mourinho: un soplo más a la burbuja financiera. 28-V-2010.

Mourinho: un soplo más a la burbuja financiera
Ciro Murayama | Opinión
Viernes 28 de Mayo, 2010

El lunes 24 de mayo, un par de días después de la final de la Champions jugada en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid, dos noticias contradictorias concentraban la atención de la opinión pública española: a) en el Boletín Oficial del Estado (BOE) se publicaba el decreto del severo ajuste económico a través del cual el gobierno pretende moderar el déficit público —y que incluye la reducción del sueldo de los empleados públicos de entre un cinco y un 15% en el año en curso más la congelación para los venideros— y, b) el Real Madrid iniciaba el mayor desembolso en la historia del futbol profesional para fichar a un entrenador, José Mourinho, quien acababa de llevar al Internacional de Milán a conseguir el trofeo de la mayor competición de clubes del mundo.

El sábado 22 el Inter derrotó 2 a 0 al Bayern Munich, con dos goles de Milito. Fue un partido relativamente fácil, en comparación con la semifinal que confirmó a Mourinho como el estratega que venció al campeón defensor, el Barcelona de Pep Guardiola. El descalabro del equipo catalán sirvió para compensar en algo el fracaso anual del Real Madrid: los merengues habían gastado más de 220 millones de euros al inicio de la temporada y, al final, se quedaron sin Copa del Rey, sin Liga y sin Champions. Su archirrival había ganado la Liga y no pudo repetir en la Champions por el esquema defensivo del Inter de Mourinho, que blindó su portería en el Camp Nou tras una victoria en casa 3 a 1. Así, al aplicar la lógica de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, el Madrid buscó al aguafiestas del Barcelona: Mourinho.

La decisión de comprar como estrella y salvador a un entrenador va a contracorriente de lo que ha sido la línea del Real Madrid en los últimos años: la estrategia se dirigía a fichar grandes jugadores, como Zidane, Figo, Ronaldo, Kaká, Cristiano Ronaldo, etcétera. Todos ellos, junto con las figuras hechas en casa —pocas, como Raúl, Casillas y Guti—, cobraban más que cualquier entrenador del cuadro de Chamartín. Ahora el criterio se invierte: hay que hacer un futbol del estilo de un entrenador, y ese director técnico contará con unos ingresos base similares a los de los jugadores mejor pagados. Pero al final, es una operación de mercado hecha por un agente económico con un alto poder monopsónico —capacidad de compra y de imponer precios de adquisición— en la industria del futbol profesional europeo. Una vez más, el Real Madrid hace una apuesta por alta rentabilidad en el corto plazo, con una dosis de riesgo e incertidumbre elevada: no está invirtiendo en la formación de un entrenador identificado con los principios del equipo —como pudieron ser en su momento Camacho y Vicente del Bosque, o como lo es con el Barsa el propio Guardiola— sino que realiza un fuerte desembolso para buscar el campeonato el ciclo entrante.

El fichaje de Mourinho puede costar tres decenas de millones de euros este año: el pago de un cláusula de rescisión por 16 millones de euros que recibirá el Milán; cuatro millones de compensación a Manuel Pellegrini, el entrenador en activo del que ha decidido prescindir el Real Madrid a pesar de haber conseguido la mayor cantidad de puntos de la trayectoria del equipo en una liga (96 puntos en 38 partidos), y 10 millones por temporada para Mourinho. Cabe recordar que el entrenador portugués tiene algo en común con Cristiano Ronaldo —el jugador más caro en la historia de las transacciones profesionales— además de su nacionalidad: ambos tienen como representante a Jorge Mendes, especialista en hacer ventas estratosféricas al Madrid presidido por Florentino Pérez.

Mientras el gobierno español anuncia planes de recorte y contracción del gasto y el crecimiento económico, que agudizará la gravedad de un desempleo que afecta a una de cada cinco personas pertenecientes a la Población Económicamente Activa, el club más rico decide incrementar el volumen de su deuda haciendo compras que eran desconocidas aun en los periodos de vacas gordas. Si el futbol finalmente es un negocio que depende de la demanda de los consumidores —familias dispuestas a pagar entradas a los estadios, a adquirir productos deportivos y de publicidad, a contratar transmisiones de partidos por televisión de paga—, lo cierto es que no hay elementos en el horizonte que ayuden a explicar la sostenibilidad de la estrategia del Madrid de seguir inflando el volumen de sus obligaciones financieras.

La revista Forbes daba cuenta de que el Real Madrid es el segundo equipo del orbe en términos económicos —sólo detrás del Manchester United—, pero que tiene una deuda del 27% de sus activos (El País, 26-05-10). Asimismo, la deuda acumulada de los equipos de primera división española es de cinco mil millones de euros, cuando hace dos décadas no alcanzaba los 200 millones (Íbid.).

No se sabe si Mourinho asegurará un campeonato al Madrid y ya se verá si cuenta con la Kriptonita para vencer al Barcelona en la Liga. Pero puede decirse que si el Madrid es una empresa que forma parte de una industria, el comportamiento de sus directivos económicos prefigura una situación de números rojos que, en algún momento, alguien tendrá que absorber. También en el negocio del futbol, como en el de la banca, puede ser válida la sentencia de: ganancias privadas y pérdidas públicas. Al tiempo.

Videntes y ganadores en el Mundial. 21-V-2010

Videntes y ganadores en el Mundial
Ciro Murayama | Opinión
Viernes 21 de Mayo, 2010

Distintas consultoras económicas —en efecto, las mismas que fallaron en detectar la bola de nieve que venían formando los fondos basura en los mercados financieros y que, con su omisión, coadyuvaron al estallido de la crisis económica mundial— han lanzado en los últimos días sus previsiones sobre quién ganará la Copa Mundial de futbol en Sudáfrica 2010. Así, JP Morgan augura que el vencedor será Inglaterra; sus estimaciones, se hicieron a través del siguiente método: “Los analistas cuantitativos de JP Morgan usaron información como el escalafón de la FIFA, resultados históricos y su propio indicador de potencia de equipo para arribar a un modelo matemático que pudiera predecir resultados de partidos” (AP, 18-05-10). Asimismo, PricewaterhoseCooper (PwC) da por favorito a Brasil tras llegar “a la conclusión de que las variables como el ingreso promedio (PIB per cápita) o el tamaño de una población, no son significativas para saber quién puede ganar la siguiente justa internacional” (como si hiciese falta ser consultor en una trasnacional para saber que ni China, ni la India, ni Estados Unidos o Japón, han siquiera arañado un campeonato del mundo).

Más allá de esas previsiones de las firmas de consultoras, que sólo pueden ser tomadas en serio si se advierte que son meros ejercicios de nigromancia con fines de entretenimiento, lo cierto es que hay un conjunto de equipos que alrededor del Mundial tienen, desde antes del arranque de la justa, algunas ganancias seguras e importantes. Se trata de las empresas que, alrededor del torneo, perfilan un incremento sustantivo en la demanda a sus productos. Estos triunfos se dan fuera del terreno de juego, son de índole económica y, eventualmente, pueden aumentar o disminuir en los distintos países en función del desempeño de las respectivas selecciones nacionales. El Mundial, así como entretenimiento masivo, así como fiesta que involucrará a millones de seguidores, es también un muy importante negocio.

Datos publicados por CNNExpansión dan cuenta de que el futbol mueve, en el orbe, 500 mil millones de dólares, de tal suerte que esta actividad se coloca como la decimoséptima economía mundial.

La copa del mundo tiene un atractivo singular. Por ejemplo, los partidos de Alemania 2006 fueron vistos por 3 millones de espectadores en los estadios, pero los números importantes son los de los seguidores por televisión: ese campeonato fue visto por 26 mil millones de personas, al ser transmitido por 376 canales de televisión en 214 países, con un promedio de 260 millones de espectadores por partido. La final del torneo —aquella que será inolvidable entre otras cosas por el cabezazo que el capitán francés, Zidane, le propinó al defensa italiano Materazzi— fue seguida por 608 millones de televidentes. Es, hasta ahora, el evento más visto en la historia de la televisión. Para la Copa de Mundo Sudáfrica 2010, se estima que un total de 30 mil millones de espectadores sigan el desenlace de los encuentros.

Así, las cadenas de televisión y los fabricantes de televisiones tendrán, con el Mundial, una bocanada de aire —quizá sería mejor decir dinero— fresco en estos tiempos de crisis. La compañía Sony, por ejemplo, que concentra el 30% de la industria mundial en el ramo, espera vender 25 millones de aparatos de televisión a propósito del torneo. De ahí que haya escogido como figuras publicitarias a Giovanni Dos Santos en México y a Kaká en Brasil.

Las televisoras, por su parte, también esperan que la publicidad vendida a propósito del Mundial contrarreste las pérdidas de los meses recientes. En nuestro país, el grupo financiero Ixe estima que las ganancias de Televisa y Tv Azteca por el mundial puedan rondar los 90 millones de dólares, de los cuales el 55% sería para la empresa de Chapultepec y el resto para la del Ajusco.

Otros ganadores con el Mundial serán Mundomex, la agencia de viajes de la federación mexicana de futbol, que tendría ingresos por 63 millones de pesos con un estimado de ventas de 5 mil viajes a Sudáfrica (como la cifra de viajeros se ha más que duplicado, lo habrá hecho también el monto del negocio).

La Federación Mexicana de Futbol tendrá otros ingresos adicionales, que sumarán los 341 millones de dólares. Once millones los recibirá por la participación en la primera ronda; 100 millones por los derechos de transmisión en México y Estados Unidos a cargo de Soccer United Marketing y el resto provendrá de los patrocinadores oficiales de la selección: Adidas, Coca-Cola, Banamex, Movistar, Toyota, Lala, Corona, Rexona.

En el negocio del mundial no podían faltar los fabricantes de ropa deportiva. La marca alemana Puma, que viste a selecciones como Uruguay, Italia y Camerún, proyecta incrementar un 70 por ciento sus ingresos antes de impuestos este año. La también alemana Adidas, que equipa a la selección mexicana, estima ganancias de 480 millones de euros en 2010. Asimismo, tanto Adidas como la cadena deportiva de tiendas Martí consideran que venderán 3.5 millones de artículos a propósito del mundial, entre ellos, claro está, el balón oficial llamado Jubalini.

A las cifras anteriores habrá que sumar la derrama de consumo en bares y restaurantes durante los partidos del Mundial. Si en 2009 el negocio restaurantero en México padeció la semana de la influenza —a la que los responsables de Hacienda atribuyen un efecto magnificado sobre la contracción de la economía nacional—, ahora tendrá una inyección de consumo durante el mes que dure el Mundial. Así que, sin remordimientos, quede usted con sus amigos, coma y beba a satisfacción, que estará contribuyendo al aumento del consumo privado y, con ello, a la reactivación de la economía.

La disputa por el dinero de la TV. 14-V-2010

La disputa por el dinero de la TV
Ciro Murayama | Opinión
Viernes 14 de Mayo, 2010

Es anormal que en una liga profesional de futbol competitiva, como es la española, los dos equipos que encabezan la tabla de posiciones (Barcelona y Real Madrid, con 96 y 95 puntos, respectivamente, en la jornada 37) obtengan una ventaja en puntos de un 40% sobre el tercer lugar (el Valencia, con 68 unidades). De hecho, puede hablarse de varias ligas dentro de la misma división profesional: a) la particular del Barsa y los merengues, para ver quién de los dos es el campeón en turno; b) la de los equipos con destellos de grandeza, pero lejos de los dos hegemónicos, que buscan colarse a las competiciones europeas (que suelen ser el Valencia, Atlético de Madrid, el Deportivo y alguno más ocasional —Villarreal, Sevilla, Athletic de Bilbao, según el año—) y, c) los que tienen a sus aficiones al borde del banquillo en la lucha por no descender, que con frecuencia bajan a segunda y pelean el ascenso (ahí habitan el Zaragoza, el Espanyol, Osasuna, Tenerife, Almería, Racing, etcétera).

Pero el océano futbolístico que empieza a ser permanente entre un selecto grupo de equipos y todos los demás, también tiene su correlato en los ingresos de los equipos, es decir, en el desempeño de las empresas (los clubes de futbol) en una industria (el futbol profesional) con una típica estructura de competencia monopolística. Un ejemplo es el abismo en los montos que perciben los equipos por las retransmisiones televisivas, que se ha vuelto la principal fuente de ingresos de las ligas profesionales. Esta semana el diario El País (11-05-10, p. 46) daba cuenta de una disputa entre un grupo de empresas (equipos: Barcelona, Real Madrid, Valencia, Atlético, Deportivo, Athletic, Sevilla, Getafe y Villarreal) con fuerte poder de mercado, que hasta ahora han negociado de forma individual la venta de derechos a las televisoras por transmitir sus encuentros, frente a otro colectivo constituido por 32 empresas de menor tamaño (10 equipos de primera división: Osasuna, Xerez, Zaragoza, Málaga, Tenerife, Sporting, Almería, Espanyol, Valladolid y Mallorca, a los que se suman los 22 equipos de la segunda división) que acordó solicitar al gobierno una ley que estipule que la venta de derechos a la televisión sea centralizada, para todos los partidos de primera y segunda.

La controversia entre los equipos deportivos es, por supuesto, económica aunque puede tener correlato en el desempeño estrictamente futbolístico: las diferencias en los recursos de los clubes hacen que las adquisiciones de jugadores de excelencia, o la capacidad de retener a los más talentosos, vaya en contra de las escuadras que de por sí parten de una posición desfavorable.

Los equipos grandes españoles se inclinan por “el modelo inglés”, de la liga Premier británica: ahí los equipos de primera dividen el 50% del dinero recibido de las televisoras a partes iguales; un 25% se distribuye en función de la clasificación en el torneo —el primer lugar gana hasta 20 veces más que el último lugar—, y el 25% restante se otorga en proporción a las audiencias televisivas de cada equipo. Así cada club cobra en promedio 52 millones de euros (unos tres mil millones de pesos). Del total de dinero recaudado, un 7.5% se otorga a los equipos de segunda división y algo similar ocurre en Italia donde los de segunda reciben el 10% de los de primera (Ibíd.).

La idea de los equipos pequeños españoles es, por el contrario, más que recibir un porcentaje que podría llamarse “de ayuda al desarrollo”, ser parte del reparto inicial para reducir sus diferencias económicas —y, se esperaría, deportivas— con las multinacionales del futbol que una vez al año pisan sus estadios.

El único modelo de organización deportiva que por transmisión de partidos por televisión genera más dinero que la liga Premier de Inglaterra se encuentra de este lado del Atlántico, en Estados Unidos. Ahí la NFL, la NBA y las Grandes Ligas de Béisbol negocian como un todo la venta de derechos. Es más, aunque se trate del capitalismo norteamericano —o precisamente por ello, por el momento en que se diseñó el modelo que fue a mediados del siglo pasado—, hay un sentido que busca primar la competencia y los ingresos para todos, pues incluso las camisetas, gorras y demás productos de mercadotecnia de cualquier equipo —Yankees de Nueva York, Cowboys de Dallas o Bulls de Chicago— representan ingresos a repartir entre todos los participantes en la liga. De hecho, los equipos no son sino franquicias de un gran negocio. De ahí que los llamados “drafts”, la selección de los jugadores que emergen cada año de las ligas colegiales, estén diseñados para que los equipos profesionales que tuvieron el menor rendimiento en la competencia que finalizó, tengan la opción inicial de compra de las nuevas estrellas. Lo dicho: la idea es que el espectáculo y la competencia estén asegurados en todos los partidos, los protagonice quien los protagonice.

En el caso de nuestro futbol, la situación dista de ser la de las ligas norteamericanas —donde, por cierto, también hay que incluir a la de soccer, que crece gracias a la afición que representan los inmigrantes latinos, los cuales han hecho más redituable la contratación en Chicago de Cuauhtémoc Blanco que la de David Beckham en Los Ángeles, porque el de Tepito vendió decenas de miles de camisetas más que el inglés—, e incluso nos encontramos lejos de los modelos británico y eventualmente español. Nuestro problema no es sólo que los clubes negocien solos con las televisoras —ahondando las diferencias económicas— sino que las propias televisoras son dueñas de equipos. En vez de ser contraparte para negociar, llegan a ser parte de las decisiones de equipos importantes —América, en su tiempo Necaxa, San Luis y Morelia— y de la liga. De ahí que lo último que se ponga en la agenda del futbol mexicano es un modelo de venta e ingresos televisivos que tenga como objetivo conseguir un torneo competitivo, digno de verse cada ocho días.

Los sueldos de los entrenadores del Mundial

Los sueldos de los entrenadores del mundial
Ciro Murayama | Opinión
Viernes 7 de Mayo, 2010
El diario argentino Olé publicó el ocho de diciembre de 2009 la lista completa, en dólares anuales, de los sueldos de los entrenadores que participarán en el Mundial Sudáfrica 2010.

La lista es la siguiente, en orden de remuneración: 1) Fabio Capello (Inglaterra): 9.900.000; 2) Marcelo Lippi (Italia): 4.100.000; 3) Javier Aguirre (México): 4.000.000; 4) Joachim Löw (Alemania): 2.300.000; 5) Berter van Marwijk (Holanda): 2.700.000; 6) Ottmar Hitzfeld (Suiza): 2.600.000; 7) Vicente del Bosque (España): 2.200.000; 8) Carlos Queiroz (Portugal): 2.000.000; 9)Pim Verbeek (Australia): 1.820.000; 10) Carlos Parreira (Sudáfrica): 1.800.000; 11) Dunga (Brasil): 1.250.000; 12) Diego Maradona (Argentina): 1.200.000; 13) Takeshi Okada (Japón): 1.200.000; 14) Ricki Herbert (Nueva Zelandia): 1.200.000; 15) Otto Rehhagel (Grecia): 1.150.000; 16) Paul Le Guen (Camerún): 960.000; 17) Marcelo Bielsa (Chile): 850.000; 18) Vahdi Halilhodzic (Costa de Marfil): 740.000; 19) R. Domenech (Francia): 720.000; 20) Hun Jung Moo (Corea del Sur): 600.000; 21) Morten Olsen (Dinamarca): 570.000; 22) Milovan Rajevac (Ghana): 540.000; 23) Bob Bradley (E.U.): 400.000; 24) Radomir Antic (Serbia): 447.000; 25) Matjaz Kek (Eslovenia): 360.000; 26) Gerardo Martino (Paraguay): 360.000; 27) Rabah Saadane (Argelia): 360.000; 28) Reinaldo Rueda (Honduras): 350.000; 29) Vladimir Weiss (Eslovaquia): 312.000; 30) Oscar Washington Tabárez (Uruguay): 300.000; 31) Kim Jong Hun (Corea del Norte): 250.000; 32) Shaibu Amodu (Nigeria): 180.000.

Los montos, exorbitantes, en algunos casos, también son muy desiguales: entre los ingresos de Capello y de Amodu hay una diferencia de 55 veces. El promedio del sueldo anual de los entrenadores es de un millón 294 mil dólares al año; ahora, si no se toman en cuenta a los extremos —el que más y el que menos gana— los ingresos promedio rondan el millón 44 mil dólares. Pero todo promedio es eso, y no se hace cargo de las desigualdades: en realidad 15 de los 32 seleccionadores perciben más de un millón de dólares al año y la moda, estadísticamente hablando, esto es, el sueldo que se repite con mayor frecuencia, son los 360 mil dólares que ganan los entrenadores de Eslovenia, Paraguay y Argelia.

¿Se corresponden los ingresos de los seleccionadores con las posibilidades de triunfo de sus equipos? Prácticamente no. Las dos escuadras que encabezan tanto la lista de selecciones nacionales de la FIFA son Brasil y España, pero Dunga y Del Bosque ocupan el lugar once y siete respectivamente. Fabio Capello, que encabeza los ingresos de los entrenadores tiene, en cambio, una selección ubicada en el lugar número ocho de la FIFA. Aguirre, en un envidiable —para los demás seleccionadores— tercer lugar, entrena a un equipo que la Federación Internacional sitúa en el puesto número 17. Si hubiese equivalencia entre calidad del equipo y percepciones del entrenador, nuestro apreciado “Vasco” debería estar percibiendo los 850 mil dólares que gana Bielsa —más de cuatro veces menos de lo que en realidad factura—. El entrenador más barato, en términos de la calidad del equipo que dirige —tomando en cuenta la diferencia entre el ranking de la selección y las percepciones del seleccionador— es Dunga, de Brasil: hay once lugares de diferencia a su favor. El más caro, como habrá intuido el lector, es Javier Aguirre: 14 lugares de diferencia entre emolumentos y posición del equipo. En cambio, el seleccionador más equilibrado en ingresos, en función de la selección que dirige es Marcelo Bielsa: se ubica en el lugar 16 de pagos y su equipo está en la posición 15.

Yendo a otros indicadores de calidad de selecciones, diferentes al que establece la FIFA, es factible identificar que no hay una vinculación clara entre remuneraciones de entrenadores y nivel de sus equipos. Por ejemplo, la lista del libro Soccernomics de los diez mejores equipos del mundo entre 1980 y 2001, identifica en la cabeza a Brasil, Alemania, Francia, Italia, Irak, República Checa, Yugoslavia (ahora Serbia y Montenegro), España, Alemania del Este e Inglaterra. Sin embargo, hay seis entrenadores, entre los diez mejor pagados, que no corresponden a los mejores equipos: México, Holanda, Suiza, Portugal, Australia y Sudáfrica.

Este breve análisis pone de manifiesto que el dinero que gastan las federaciones nacionales en pagar a sus entrenadores no se corresponde con criterios estrictamente deportivos. Ser un entrenador muy bien pagado no depende de lo competitivo que sea el equipo que se dirige, ni de las expectativas de éxito —ganar el mundial o quedar entre los cuatro primeros— que se desprenden del historial de desempeño en las competencias previas.

Al contrario, es factible apuntar que se trata de una lógica que no responde al “mercado de la competencia internacional del futbol” sino a las características propias de la manera en que cada federación determina el monto de recursos que está dispuesta a invertir y a gastar en la gesta futbolista. Esto es, no se trata de un mercado laboral mundial de entrenadores de selecciones nacionales, sino de 32 mercados segmentados. Por eso, Javier Aguirre tiene unos ingresos —el tercer mejor pagado del orbe— que no están en sintonía con lo que ganan el resto de sus colegas seleccionadores, sino de su capacidad negociadora ante un empleador desesperado por encontrar a alguien que garantizara la clasificación al mundial y el acceso a ingresos por venta de publicidad y derechos televisivos que, en buena medida, están asegurados por estar entre la lista de los 32 mundialistas aunque nuestra selección tenga una escasa probabilidad de quedar entre los cinco mejores.

ciromurayama@yahoo.com

domingo, 2 de mayo de 2010

La inversión Messi y los niños futbolistas. 30-IV-2010

La inversión Messi y los niños futbolistas
Ciro Murayama | Opinión
La Crónica de Hoy
México DF

Lionel Messi, el número 10 del Barcelona Futbol Club, produce oportunidades de gol por encima del promedio de los jugadores de la élite mundial; además, genera goles por sí mismo en todas las competencias donde participa: casi siempre con la zurda, pero La Pulga también marca de cabeza —como hizo al Manchester United en Roma para ganar la Champions 2009— o incluso remata con el pecho —tal como rubricó el título del mundial de clubes ante Estudiantes de La Plata—. Su creatividad se multiplica en la cancha y aun el esquema más cerrado y defensivo, el mejor ordenado, como el que con éxito aplicó Mourinho del Milan este miércoles al Barça, no evita la genialidad de Messi: en medio de cuatro o cinco defensores saca un tiro desde el borde del área a la base del poste derecho —que sólo un lance extremo del mejor portero brasileño del que se tenga memoria pudo desviar— o en ausencia de espacio inventa un pase de los llamados “medio gol” por encima de la defensa y con ventaja al delantero —que sólo la mala suerte del mal remate de Bojan dejó nada más en suspiro—.

Messi, “Balón de Oro” 2010 que lo acredita como el mejor jugador en la actualidad, es, a diferencia de sus antecesores (Kaká y Cristiano Ronaldo, fichados a precios récord por el Real Madrid), un producto (casi) hecho en casa por el Barcelona. Surgió de la cantera del club catalán, la Masía, desde donde se abrió paso Josep Guardiola (su actual entrenador) para capitanear como futbolista la primera Copa de Campeones de Europa para el Barcelona, además de jugadores en activo como Xavi, Pujol, Iniesta, Piqué y Pedro con los que España aspira a ganar su primer campeonato del mundo en Sudáfrica 2010.

El éxito del Barcelona de las “seis copas” —Copa del Rey, Liga Española, Champions, Supercopa de Europa, Supercopa de España y Mundial de Clubes en un solo curso— se debe no a los desembolsos en grandes jugadores sino en la inversión en los propios.

Lionel Messi es la estrella mayor; nació en 1987 en Rosario, Argentina, y toda su carrera profesional ha transcurrido en España (al revés que Maradona, que de triunfar con la selección argentina llegó al Barcelona, Messi ganó su lugar en la albiceleste jugando para el club catalán). Messi renovó el año pasado con el Barcelona hasta 2016, y cada año cobra 10.5 millones de euros al club, el cual ha fijado una cláusula de rescisión de contrato por 250 millones de euros —suma que tendrían que desembolsar los jeques árabes del Manchester United para llevárselo—, además de que es una de las figuras publicitarias clave en España y Argentina.

Desde el punto de vista del Barcelona, Messi es una máquina de goles, una inversión rentable que desquita sus emolumentos. Incluso se podría recordar a Adam Smith, el padre de la economía moderna, cuando escribió hace más de dos siglos (1776) en su Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones: “Cuando se construye una máquina muy costosa se espera que la operación, la actuación extraordinaria de la misma, hasta su total amortización, repondrá el capital invertido y procurará, por lo menos, el beneficio corriente. Un hombre educado a costa de mucho trabajo y de mucho tiempo, en uno de aquellos oficios que requieren pericia y destreza extraordinarias, se puede comparar con una de esas máquinas costosas. La tarea que él aprende a ejecutar hay que esperar que le devuelva, por encima de los salarios usuales del trabajo ordinario, los gastos completos de su educación y, por lo menos, los beneficios correspondientes al capital de esa cuantía”.

El Barcelona va por esas inversiones hiperrentables, por más jugadores como Messi. El club ya tiene en Buenos Aires su propia cantera donde viven 49 niños y acuden cada día 150 externos; a ninguno le cobra, a ninguno le paga (El País, 26/04/2010). Por supuesto, la inversión tiene riesgo, hay centenas de jugadores que nunca brillarán en una competencia profesional, es necesario que el club tenga paciencia y un buen equipo de “ojeadores” en las ligas infantiles, pero siempre habrá una sobreoferta nueva de miles de niños soñando con ser Messi… y de padres de los niños aspirando a que su vástago sea un golpe de fortuna.

De hecho, esa es la historia de Messi: en octubre de 2000, cuando el niño tenía 13 años su padre lo llevó a Barcelona y presionó al club para que le firmara un contrato; antes, en Lionel se había fijado un cazatalentos, Juan Lacueva, quien incluso suministró al chico hormona de crecimiento. El primer contrato del jugador en el 2000 aseguró a su padre siete millones de pesetas (unos 42 mil euros al año) como empleado del club (El País, 13/04/2010).

El mercadeo de futbolistas menores de edad ha propiciado intentos de regulación. Por ejemplo, el reglamento sobre el estatuto y transferencia de jugadores, de la FIFA, establece que los menores de 18 años no podrán firmar contratos por más de tres años y que no se permitirán transferencias internacionales de jugadores menores de edad (salvo que los padres cambien de país por causas ajenas al futbol, que se trate de movimientos dentro de la Unión Europea o cuando el jugador viva a un máximo de 50 kilómetros de la frontera y se desplace a un equipo en la frontera de un país contiguo). La norma no aplica, claro, cuando se compran los derechos de un niño o adolescente que no es jugador profesional, tal como se hizo con Messi; como se puede seguir haciendo en la Masía argentina, o como ocurrió con Giovanni y Jonathan Dos Santos, cuyo padre, el ex necaxista Ziziño, los ofreció al Barça siendo niños talento, pero niños al fin.